La gran diferencia entre hablar y comunicar

El humano deseo de alcanzar la mayor efectividad posible dentro cualquier dinámica social demanda, a su vez, de mayores habilidades en la comunicación, con plena conciencia de su importancia. No basta con limitarse a técnicas para una buena vocería, con abundancia en detalles de oratoria y el manejo estratégico de la estética.   


Cuando en un taller, clase o curso se hace mención a las “Normas del Buen Oyente y del Buen Hablante”, es inevitable la evocación de la maestra. Sí, en algún lugar de la memoria se mueve el recuerdo por aquellas lecciones de Lengua y Literatura... Lástima que esa lista de hábitos de cortesía y buenas costumbres se quedó en apuntes de viejos cuadernos,  sin retomarlos en la vida adulta para darle la importancia que merecen. Como muestra de lo fundamental de su vigencia, estudios han demostrado que los ejecutivos ocupan 80% de su tiempo en actividades comunicacionales de distinto tipo, esenciales como personas de empresa.

La comunicación, además del buen control corporal, implica entendimiento consciente 

En el mundo de hoy saber comunicar es más que una habilidad. Es una obligación de sobrevivencia para la buena articulación y evolución social. Una sociedad (o cualquier sociedad) sin comunicación, no es posible. Vista y asumida como sistema, requiere de un vínculo dinámico entre sus partes, para operar, sobrevivir, evolucionar. Ocurre en cualquier lugar, y como muestra sólo basta con imaginar su ausencia. Por ejemplo, cómo un negocio pudiera hacer lo que sabe hacer, si las personas allí presentes hacen sus tareas aisladamente, sin contacto entre unas y otras. ¿Es posible producir algo? Por supuesto, no. La comunicación es vital, aunque en algunos, o muchos, momentos ocurra de una manera mecánica o rutinaria. Aún así es imprescindible el contacto y la consecuente coordinación de acciones para hacer las tareas. Es lo que los teóricos llaman el “acoplamiento estructural” entre sujetos,  mediado además por el lenguaje.

Sería simple, sencillo decir que si ya aprendimos a hablar, no necesitamos más. Pero la evidente complejidad del pensamiento y la tendencia humana a ver sólo desde mi propio cristal, suele enredar el logro de los objetivos que se trazan dos o más personas. De la interpretación sesgada de algo simple (como aquella célebre figura con la joven/vieja en un mismo dibujo) nacen falsas certezas de “acuerdos” y coincidencias, que si no se escuchan y detectan las señales de inconformidad o desconocimiento del parecer del otro, se arrastran enredos.
Hablar o comunicar: allí está el detalle
¿La solución es formarse como buen hablante, o vocero? Si el objetivo es únicamente exponer ante un público (grande o pequeño) un punto de vista en particular, con “hablar bien y bonito” eso sería suficiente. Claro, sólo si no nos interesa la reacción del otro (lo cual es falso). Esto incluye el especial cuidado de los detalles en la apariencia, la voz, la gesticulación y el contexto. Por supuesto, es importante dominar ese terreno, profundizando en uno mismo para conocerse mejor, auto-esculpirse, con o sin orientación de un tercero. Lo han evidenciado los estudios en neurociencia  además de las disciplinas afines a la conducta y la cognitividad.    
El detalle está en ir más allá del autodominio como ser “parlante” y aprender también (o re-aprender) lo que en la niñez conocimos como normas del buen hablante/oyente, sin saber bien para qué servirían, más allá de aprobar un examen. Décadas más tarde se hace imprescindible “comprender para ser comprendido”, como diría Stephen Covey en sus ya clásicos 7 Hábitos de la gente eficaz. El buen comunicador además de claridad en su verbo y mensaje, establece su objetivo, escucha con todos los sentidos y busca la respuesta, la detecta, y verifica si hay o no coincidencia en interpretaciones, significados. Además, hoy en día la tecnología permite que las conversaciones se extiendan más allá del acto, gracias a las facilidades de las redes  sociales para reproducir y comentar contenidos expuestos por un otro.
Por eso, el buen vocero sabe que una vez dicha la palabra, el feed back puede llegar inmediatamente y cara a cara. O gracias a un tweet, el receptor u “oyente”se manifiesta, pero un ratito después...

@xiomarayamil

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